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La batería integrada en el servidor. Microsoft sigue la línea de Google.

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Aunque presentada como tal en el reciente Open Compute Summit, la incorporación de baterías en el propio servidor no es una novedad. Ya lo viene utilizando Google, al menos desde el año 2009, cuando esta firma publicó los famosos niveles de PUE que asombraron al sector y que tenía en esta medida uno de sus secretos. El uso de baterías en sus Data Centers les permitía prescindir de los tradicionales UPSs y con ello, de las pérdidas inherentes a su funcionamiento que, aunque muy optimizadas en los últimos años por todos los fabricantes, siguen sumando unas centésimas muy golosas. La historia de las fuentes de alimentación puede resumirse en cinco grandes etapas. Una primera con las viejas moles consistentes en un gran y pesado transformador de baja frecuencia, generalmente con tomas variables, bastante resistencia a ruidos y otros ataques eléctricos pero nula respuesta ante pérdidas de alimentación ni siquiera de cortísima duración. Desarrollado, como tantas otras cosas más, por la NASA, vinieron las SMPS conocidas como fuentes conmutadas (switch mode power supply) que aportaban una importante tolerancia a pérdidas de alimentación (valores en el entorno de los 16-20 ms como media) pero que entregaban a cambio una mayor susceptibilidad a transitorios eléctricos y la generación de una distorsión armónica, de órdenes bajos (principalmente el tercero y con algo de quinto). En paralelo con esta tecnología se encuentran las clásicas fuentes de continua, muy típicas en el sector de las comunicaciones donde ese tipo de equipos ha sido la práctica general durante años, y aun lo sigue siendo. El desarrollo más reciente en fuentes de este tipo nos presenta una realidad que es la de mayor implantación a día de hoy con fuentes que mantienen sus características de tolerancia a pérdidas, al tiempo que mejoran ostensiblemente la generación de distorsión ya que se han convertido en receptores prácticamente lineales. Eso sí, con el peaje que supone el hecho de que estas cargas sean ahora capacitivas y todo lo que ello conlleva. En último lugar, podemos situar las recientes novedades en sistemas híbridos que utilizan una tecnología en una de las ramas y otra diferente en la restante. También entrarían en este grupo aquellos equipos dotados de batería interna como los mencionados en el titular, bien de forma directa sobre el bus de continua, bien perteneciendo a la etapa de continua de un rectificador estándar. También es bueno recordar que una de las características, en concreto la novena, que hacen de un equipo IT tolerante a fallos (referencia Uptime Institute) es la no inclusión de elementos internos de soporte, más allá de los necesarios para una desconexión ordenada y puntual. El planteamiento es ciertamente lógico, pero las preguntas surgen de forma inmediata. ¿Cuánto tiempo se debe cubrir? Es cierto que un importante porcentaje de las pérdidas de alimentación son transitorios de muy corta duración que serían “absorbidos” por esos nuevos inquilinos del servidor, pero la cuestión es hasta dónde llevar la autonomía si se ha de cubrir, en el peor de los casos, el tiempo de arranque y establecimiento de los grupos electrógenos. ¿Cuánto ahorramos de verdad y en qué medida pasamos a depender de un incierto comportamiento de los grupos? ¿Estamos realmente ante el final de los UPSs en el entorno de los data centers? Como siempre que nos planteamos preguntas sobre novedades que se presentan en el sector, sólo el tiempo nos dirá de verdad cuál es la tendencia a seguir. Mientras tanto, seguiremos observando con suma atención.

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